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Se consumen 600 litros de agua para producir una botella de vino, según un experto

El dato surgió de una charla informativa realizada en Mendoza, donde se trató el tema de uso del agua en cultivos y la importancia de medir la Huella Hídrica

El cambio climático, y las consecuencias en la naturaleza son innegables y cada vez más evidentes. En lo que atañe a Mendoza, la retracción de los glaciares y la falta de precipitación nívea se evidencia cada verano en los bajos caudales de los ríos y las mínimas cotas de los embalses que fueron construidos para el riego. Ante este panorama se comienzan a buscar soluciones científicas para llevar adelante los cultivos, como la optimización científica y el estudio de la Huella Hídrica en el uso del recurso para la producción agrícola en general, y la industria madre de Mendoza, la vitivinicultura.

Es ya sabido que el tradicional sistema de riego por manto es ya algo inapropiado y en extinción, reemplazado por otros sistemas, como el de riego por goteo o aspersión. Sin embargo, hace falta seguir afinando más el lápiz para evitar la pérdida de este líquido esencial desde sus fuentes y hasta el cultivo. Existen propuestas innovadoras de empresas argentinas que ya trabajan con sistemas avanzados de monitoreo satelital y sensores, que van guiando al productor para evitar excesos innecesarios de uso del agua. Se calcula que el consumo de agua por litro de vino en todo el proceso productivo es en promedio de unos 600 litros de agua.
Las mediciones del consumo de agua para la elaboración del vino arrojan datos alarmantes, ya que el gasto es muy altoen una zona donde el recurso es cada vez menor, lo que obliga a una profunda reflexión al respecto.

Además, la concientización social sobre la no contaminación del medio ambiente durante los procesos productivos, exigen que se tomen medidas desde las empresas, y también desde el ámbito gubernamental, que debe ejercer el control de estos procesos y cuidar que no sean perjudiciales. Existen actualmente en el país empresas privadas que trabajan sobre estos parámetros, y de allí surgen conceptos a trabajar, como Huella Hídrica y Huella de Carbono.

La Huella de Carbono es «un indicador ambiental que pretende reflejar la totalidad de gases de efecto invernadero emitidos por efecto directo o indirecto de un individuo, organización, evento o producto», dice la definición del término.

En tanto la Huella Hídrica se refiere a un indicador del uso de agua dulce que hace referencia, tanto al uso directo del agua de un consumidor o productor, como a su uso indirecto. La huella hídrica puede considerarse como un indicador integral de la apropiación de los recursos de agua dulce, ya que se utiliza para medir el volumen total de agua dulce usado para producir los bienes y servicios producidos por una empresa, o consumidos por un individuo o comunidad.

Una charla informativa relevante

En diciembre pasado se realizó un encuentro de especialistas en la Sala La Enoteca del Fondo Vitivinícola para hablar sobre “Escasez hídrica en el contexto del cambio climático”. Esta charla fue organizada por dos empresas argentinas que trabajan aliadas: Kilimo y CirCa para brindar información sobre la importancia de medir la Huella Hídrica y acercar a los productores vitivinícolas las herramientas para la gestión eficiente del riego.

Los sistemas evalúan metodológicamente la cantidad de agua precipitada y cuanta se evapotranspira, cuánta agua se extrae del curso, y cuánta agua se contamina. Además, se realizan las certificaciones que ya se están exigiendo en los etiquetados de los productos.

En la apertura de la charla estuvo a cargo de Gabriel Blejman, Cofundador de Circular Carbón (CirCa) y director de la compañía para Europa, que durante su exposición compartió un dato que hasta ahora era poco conocido y que llama a la reflexión: “El sector vitivinícola necesita entre 5 y 12 litros de agua para el proceso de elaboración y fraccionamiento en bodega -limpieza en líneas de producción u otro uso industrial, pero si se considera el proceso agrícola, consumos de materiales y packaging son aproximadamente 600 litros de agua por litro de vino. Además, si sumamos toda el agua que se capta por riego, por copa de vino (125ml) se habla de entre 100 y 110 litros de agua en una huella total”.

«Este promedio mundial de 600 litros de agua por litro de vino, en Mendoza es un poco menor, por encima de 300 litros de agua, para las bodegas que tienen el monitoreo de las empresas disertantes, pero igual la cifra es alarmante, y peor si se habla de establecimientos sin control, donde estarán incluso por encima de la media mundial.

Blejman además agregó que «La huella hídrica nace de la huella virtual, es una mochila metodológica que habla de toda el agua que sale de un lugar, y por todo el vino que se exporta, los comodities, o productos de agricultura, y se vende en otro lugar. Ahí nace el concepto de Huella Hídrica. «.

Este consumo es alto, si se lo compara con otras bebidas. Por ejemplo, la cerveza, en su proceso de punta a punta -desde el cultivo del cereal, hasta el envasado, son 6 litros de agua por litro de cerveza. La elaboración de bebidas gaseosas de cola, por ejemplo, consumen 2 litros de agua por litro envasado.

En tanto la ingeniera Carla Grosso, Head Farmer Sales Manager de Kilimo, señaló que «El trabajo en conjunto de Kilimo y CirCa permite a los productores reducir tiempos y costos en la certificación, porque la certificación se reduce de cinco meses a un mes, y en cuanto a los costos se alcanza hasta un 50% de ahorro».

También se informó a los productores vitivinícolas que medir la Huella Hídrica permite una mayor optimización en los procesos, reducción de costos y, por lo tanto, una ayuda en la toma de decisiones para futuras inversiones. Asimismo, garantiza el posicionamiento de las empresas agregando valor a su marca, ya que la medición de la Huella Hídrica expresa la responsabilidad social corporativa y además permite anticiparse a los requisitos legislativos, exigidos por varios países del mundo. Así como genera valor agregado buscando seducir a los “próximos consumidores” que son los que van a buscar productos sustentables y buscan el eco etiquetado. Muy cerca, en la región, En Chile avanzó en este sentido creando el Certificado Azul, con desgravación impositiva para quienes lo obtienen.

Desde hace seis meses la bodega Chandon y Kilimo trabajan en conjunto monitoreando de 100 hectáreas en fincas con condiciones de suelo muy disímiles; algunas ubicadas en las siguientes zonas: Cepas del Plata ubicada en El Peral, El Espinillo en la parte alta de Gualtallary y El Yaima en Eugenio Bustos.

Sobre la experiencia, el ingeniero agrónomo Agustín Santi, de la bodega mencionada, señaló que el monitoreo «le permitió a Chandon ajustar estrategias de riego tomando decisiones específicas en cada finca porque se adapta a cada situación. Usando esta aplicación podemos conocer realmente cómo se mueve el agua en el perfil y cuándo hay que regar”.

El novedoso sistema combina información meteorológica, satelital y de campo para calcular la cantidad de agua que consume un cultivo por día y llevar un balance hídrico ajustado y actualizado de cada sector de riego en particular.

Mendoza enfrenta otro desafío, que cada vez se hace más presente, en cuanto al uso del agua para la agricultura y los procesos de elaboración anexos. La tecnología le ofrece herramientas para afrontarlos.

FUENTE: DIARIOUNO.COM.AR

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