Cada vez más frecuente, en esa época del año, se producen heladas tardías que afectan a los viñedos y frutales de temprana brotación. Existen diversos métodos a los que reurren los viñateros, tendientes a mitigar los efectos dañinos de estas contingencias que amenazan con destruir toda la cosecha. El interrogante que se nos plantea es si estas prácticas son o no son eficientes y efectivas.
Las bajas temperaturas en Francia amenaza los viñedos.
Casi todos los años nos llegan impresionantes imágenes de viñedos franceses llenos de estufas u hogueras para contrarrestar las bajas temperaturas que pueden llegar a dañar la brotación de la propia planta de la vid. Ante esta bajada de temperaturas, los viticultores buscan la manera de proteger sus viñedos de las heladas encontrando en el fuego el mejor aliado. Esta es la estampa que se ha visto en regiones vinícolas como Chablis, Borgoña o Burdeos. Cerca de 10.000 hogueras encendidas para combatir las intensas heladas nocturnas.
La pregunta es, ¿es efectivo este método?
El uso de calor artificial como el que producen las estufas o calentadores es uno de los más empleados. Según expertos y algunos medios, este sistema resulta caro por su reducida efectividad: se pierde rápidamente en un espacio tan abierto y amplio como el de un viñedo. La cantidad de calor del fuego que permanece a 3 metros del fuego es 1/9 de la que hay a 1 metro. Además hay que añadir el coste de mano de obra: se necesitan operarios para rellenar los calefactores a medida que el combustible se consume. Teniendo en cuenta que se colocan de 80 a 100 aparatos por hectárea (llegando a los 170 si el sistema es de propano) uno puede hacerse a la idea del trabajo -y desembolso- que este método supone.
¿Qué otros métodos se usan para luchar contra el frío?
Intentar paliar los efectos de las inclemencias del tiempo es algo que se realiza desde hace 2000 años. Ya los romanos quemaban los restos de la poda y otros combustibles para calentar los viñedos. En la actualidad se utilizan otros métodos como por ejemplo:
- Regar con agua en aspersión para crear una película sobre las plantas. De esta forma el brote se protege con un capullo de hielo.
- Torres eólicas que impiden que el frío se instale entre las viñas. Su precio: entre 30.000 y 40.000 euros por cada 5 hectáreas. Tiene la ventaja de que es útil en cualquier época del año.
- Estufas y quemadores con fuego alimentado por diversos combustibles que se reparten por el viñedo.
- Un recurso tradicional es el uso de velas. Tampoco es un método barato: cada vela cuesta 10 euros y se requieren 400 unidades por hectárea.
- Corrientes de aire lanzadas desde helicópteros. Tienen el mismo fin que las torres eólicas pero son más efectivos: las naves pueden aumentar o disminuir la distancia al suelo dependiendo de donde estén las corrientes térmicas. El vuelo debe hacerse despacio: entre 2 y 5 metros por segundo.
Casos en España
En España es difícil encontrar estas imágenes, pero también las hay. El año pasado por estas fechas, el periódico ElCorreo informaba que bodegueros de la Rioja Alavesa encendieron velas y quemaron fardos de paja de madrugada para crear una capa de aire caliente y así evitar que la caída de temperaturas bajo cero dañara las viñas.
El Norte de Castilla también informaba el año pasado de que una elaboradora con viñas centenarias de verdejo en la provincia de Segovia utilizó 600 velas para evitar que las bajas temperaturas de la noche arruinasen los brotes que comenzaban a surgir. En Galicia, viñedos situados en Monterrei (Ourense) también han utilizado en alguna ocasión este método de prevención para preservar la uva frente a las últimas heladas nocturnas.
En Francia, por ejemplo se usa el sistema de riego por aspersión que permite crear una película de hielo que protege el capullo de la vid, como se muestra a continuación: