En un mes las subas de precios del vino rebasaron el 10%. En lo que va del 2022 llevan una «ventaja» de hasta 12 puntos al IPC. Cuáles son los más caros.
Estadísticas y argumentos
Pero el movimiento de precios viene desde el eslabón agroindustrial. De hecho, los precios (promedio) relevados para un reciente informe sobre precios agroindustriales muestran saltos intermensuales de más del 12%.
De menos a más, en los establecimientos elaboradores el vino tinto común (en cartón o «tetra») se incrementó 8,3%, y el blanco en el mismo tipo de envase lo hizo 12,4%. Pero qué pasó con los «finos» en agosto?
Por caso, el Malbec se actualizó 9,1%, mientras que el Chardonnay, como referencia entre los blancos, trepó 11,6%. A su vez, para los espumantes categoría brut o extra brut el salto fue de 11%.
«Hubo aumentos de costos muy fuertes, sobre todo del vidrio y el cartón. Las botellas se incrementaron 137% interanual, y en lo que va del año un 107%. Algo parecido ocurre con el cartón, que ya acumula 70% en este 2022 y un 100% respecto del año pasado. Hay que sumar la materia prima, que luego de una cosecha «corta» o escasa prácticamente se duplicó. Obviamente, en el mercado local se trasladan de forma cautelosa porque el vino es sensible al incremento de precios» argumentó Milton Kuret, director ejecutivo de Bodegas de Argentina
Las decisiones de las bodegas generan malhumor en varios puntos de venta, donde testimonian subas mucho mayores, de entre 12% y 15% según la bodega, línea y segmento de precio en algunos comercios para arrancar setiembre. Como muestra vale un botón: una cotizada etiqueta de una no menos cotizada bodega de Valle de Uco que se vendía hasta el mes pasado en $2.500 ahora cuesta no menos de $3.700.
«Veníamos a un ritmo de un 25% cada tres meses. Hay bodegas que en lo que va del año aumentaron los precios entre 100 y 120%, cuando el dólar blue se disparó a $350 «aseguró Paulo Casazza, un reconocido distribuidor de vinos del Gran Mendoza, para quien el «entry-level» (entrada de gama) de las bodegas que comercializa ya oscila entre los $1600 y $1900 la botella.
Al respecto, Kuret subraya la precaución de la industria «por el impacto que pueda tener en una reducción de volúmenes«. Por ahora, el directivo, en base a las estadísticas del INV al cierre de agosto, señala que los despachos al mercado local «a diferencia de lo que pasa con las exportaciones, están prácticamente en línea con los comercializados el año pasado».
Entre el bolsillo y el gusto ¿cuál es el límite?
A «cococho» de la dinámica de precios, siempre sobrevuela el fantasma de la caída del consumo. Todo depende del poder adquisitivo de cada consumidor y particularmente en el caso del vino, de la preferencia del paladar, que en conjunto definen una demanda «inelástica», es decir, que no tiene una flexibilildad ilimitada. Y la industria reconoce que empieza a acusar el impacto de la fuerte inflación, como en otra época.
«Los vinos que más sufren la inflación son los que están debajo de los $1.500, porque los de alta gama tienen mayores costos fijos (por ejemplo, el uso de ánforas o barricas) y mayor margen de amortiguación. Así como una bodega tiene una propuesta de vinos pensada desde la viña, tiene una pensada desde los precios en detalle, con más cuidado» asevera Felipe Cordeiro, gerente comercial de Bodegas Bianchi, quien defiende el concepto de «democratizar» el vino y considera que la «premiumización también es parte«.
Entre los consumidores hay distintas sensaciones y tácticas frente a la movida sostenida de precios. Como la de Martín, que cuenta: «Habitualmente tomo un vino que a comienzos de año me costaba alrededor de $400 la botella y hoy pagué a $700. Mientras el sueldo me lo permita, creo que hay que darse un gusto, para eso uno trabaja todo el día».
En definitiva, la decisión depende del mix bolsillo-gusto y también frecuencia de consumo. Parado frente a la góndola de vinos de un conocido súper céntrico, Ignacio reconoce que su elección se enfoca «entre los $1.000 y $1.200».
Al respecto, asume que «hasta el jueves tomo agua con las comidas, y recién los vamos a descorchar los fines de semana». Para eso, se acostumbró a aprovechar las promos de su tarjeta de beneficios «que me permiten comprar dos botellas de $2000 cada una al 40% de descuento».
Cambio de conducta
Así como justifican los aumentos, desde Bodegas de Argentina no disimulan la preocupación sobre lo que pueda ocurrir con el consumo frente a la suba sostenida de precios.
¿La demanda acusa el golpe? «Vemos que los vinos embotellados se sostienen, aunque hay una caída en los envases de 1, 5 litro, que son volumétricos, y de la misma forma en los más económicos como el tetra. Siempre el primer paso es ir a segmentos de precio inferior, pero nos preocupa que el consumidor termine optando por productos sustitutos«, resume Milton Kuret.
Por su parte, Casazza confirma que el punto de quiebre en el consumo interno ya se ve, aunque el turista extranjero «salva» los rangos más caros. «Hay clientes que han seguido consumiendo vinos de hasta cierto nivel de precios. La gente no sigue buscando la marca: si pagaba $1000 y ahora le cuesta $1900 busca otra de $1000. El valor agregado en ese sentido para Mendoza es el turista brasilero».
FUENTE: SITIOANDINO.COM.AR