La resolución permite la venta de vinos menos intervenidos, que se han convertido en una moda en algunos sectores.
El vino que se vendía en Argentina, hasta el pasado viernes, debía estar totalmente filtrado. Las normativas del INV (Instituto Nacional de Vitivinicultura) exigían la transparencia total de lo que se comercializaba en botellas, ya que esto durante muchos años se consideró un sinónimo de calidad.
Pero los años cambian y con ellos las tendencias y los consumidores. Hoy por hoy existe un grupo grande de bebedores, sobre todo en Buenos Aires, que prefieren vinos orgánicos o incluso veganos, con la menor cantidad de intervención humana posible para rescatar «la esencia» del producto original. Y fue ahí que apareció una oportunidad en el mercado para quienes producen un producto que no sea perfectamente límpido, pero le ofrecen a los consumidores una alternativa para las nuevas modas.
Esta dicotomía era la que muchos productores pequeños y algunos grandes y tradicionales debían enfrentar. Se veían obligados a perder un mercado emergente porque el INV les prohibía vender vino en esas condiciones, o debían vender sin autorización. La Asociación de Elaboradores Artesanales de San Juan, con apoyo de otras cámaras de Mendoza, habían solicitado que eliminaran el requisito de limpidez total. Algunos porque querían copar este mercado, otros porque no contaban con la tecnología para hacer todos los procesos de filtrado que requiere el vino para alcanzar el punto exigido.
La respuesta afirmativa llegó este viernes, a través de una resolución firmada por las autoridades del instituto, donde aprobaron la venta de productos con cierta turbidez. Lo único que deberán hacer los bodegueros, grandes y chicos, es aclarar en la etiqueta que no se trata de un producto filtrado al 100%, que puede tener precipitados.
«Es una oportunidad para desarrollar nuevos mercados que no afecta la calidad del vino», explicó Felipe Azcona, integrante de la Asociación de Elaboradores Artesanales. «Estos vinos están de moda, se venden como vinos orgánicos, con menos intervención. Si bien no sirven para guardar ni para exportar, tienen compradores», explicó en referencia a los que se ofrecen con una turbidez visible.
Pero además, están aquellos productores que no ofrecen botellas donde sea tan visible, pero que tampoco alcanzaba los niveles que pedía el INV. Para estos, es una solución a un problema grave. Para Azcona, servirá para blanquear una situación que ya existía, porque un porcentaje de los productores debían recurrir a filtrar una muestra hasta los niveles exigidos, pero luego vender la producción sin llegar a ese nivel, arriesgándose a tener problemas. La diferencia no se nota en el producto, ya que la turbidez se da por levaduras ya inactivas y restos de uva que no cambian el sabor de la bebida.
FUENTE: DIARIOHUARPE.COM