En agosto de este año se consumieron 370.700 litros en ese envase, lo que dejó un aumento del 381,7% respecto del mismo mes de 2020. ¿Puede ayudar a atenuar la falta de vidrio?
Mauricio Manini para losandes.com.ar
La tendencia creciente de consumo del vino en lata sigue en camino durante este año, en un formato que todavía es muy chico en volumen, pero que no deja de crecer. Algunas de las razones son la practicidad de su uso, el relajamiento de las restricciones de la pandemia y las preferencias de los consumidores.
Los números del anticipo de comercialización del mercado interno, elaborado por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), señalan que en agosto de este año se consumieron 370.700 litros con el envase en lata. En el mismo mes del año pasado, se vendieron 77.000 litros, lo que evidencia un crecimiento interanual del 381,7%, casi el quíntuple.
Si bien la proporción de la lata respecto de otros envases sigue siendo muy chica (representa sólo el 0,5% del total, unos 79,2 millones de litros), hay que tener en cuenta que en agosto del año pasado representaba sólo el 0,1%.
La botella continúa siendo el envase más vendido (es el 63,3 % del total, con 50,1 millones de litros) pero en el interanual cayó un 7,8%. Incluso, la lata es de los pocos envases que no cayeron en el consumo, junto con el segmento “otros envases” como bidón, sachet y acero inoxidable, aunque ese segmento representa tan sólo un 0,004 % del total.
Para un panorama más completo, se puede analizar los datos de enero-agosto de 2020 y 2021. En los primeros ocho meses del año pasado, el vino en lata involucró 989.600 litros, con una participación del 0,2%. En cambio, en el mismo lapso de 2021, se comercializaron en lata 1.693.200 hectolitros, con una participación del 0,3% y un crecimiento del 91,8%.
Por mencionar algunas bodegas que producen enlatados, New Age salió al mercado con un formato de 269 ml, mientras que Bodega Santa Julia ofrece desde un Chenin Dulce Natural hasta un tinto dulce 100% Bonarda. Además, Mosquita Muerta Wines generó dos versiones de espumantes en lata -Extra Brut y Extra Brut Rosé- con la idea de desestacionalizar el consumo más allá de las fiestas de fin de año.
LAS RAZONES DE LA MEJORA
Hay distintos motivos para explicar el aumento del consumo en el envase en lata. En principio, hay que tener en cuenta que la comparación entre 2020 y 2021 parte de un número muy bajo, ya que si bien en el año de pandemia aumentó el consumo de vino, la lata se asocia a la diversión nocturna, por lo que la ausencia de locales bailables afectó sus ventas.
Sergio Villanueva, gerente de la Unión Vitivinícola Argentina (UVA), explicó que los estudios de mercado de la Coviar con el Fondo Vitivinícola señalaron tres características claves del vino en lata: portabilidad, porción y accesibilidad. En términos generales, la primera indica que es fácil trasladar el envase. La segunda se refiere a que alguien puede consumirla por su cuenta y la tercera, hace referencia a que para el consumidor final cuesta menos que una botella.
“A esas características se suma otro fenómeno: el frío. El vino en lata está en la heladera del drugstore o del supermercado, comparte el espacio con otras bebidas en lata y da la idea de refrescante.”, apuntó Villanueva.
Para Nicolás Vicchi, subgerente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas (Acovi) los números positivos que muestra el INV se da principalmente porque “es la época del año cuando se fraccionan las latas y se envían a la distribución”.
Además, remarcó que durante el año pasado, por la pandemia, se resintió mucho el fraccionamiento de la lata y ahora con la nueva normalización se ha reactivado. De todos modos, para hablar del aumento de consumo de lata respecto de un año a otro sostuvo que sería mejor analizar el tema dentro de unos meses, en la época de mayores ventas.
LOS CAMBIOS DE HÁBITOS
El consumo en lata no es sólo una cuestión local, sino que también ha crecido en países como Estados Unidos, con una mayor tradición del envase de aluminio. Además, el formato apunta a nuevas generaciones, fuera de la tradicional botella de vidrio, y se vincula con el traslado al aire libre.
En Argentina, el aumento también se puede explicar en conjunto con algunos cambios de perfil del consumidor actual, vinculados a vinos frescos, dulces y con menor grado de alcohol. En la opinión de Vicchi, a esos cambios en el tipo de vino también se suma “un packaging más amigable con las demandas de consumo y ambiente”, además de que el envase se puede tomar en lugares al aire libre.
Si bien es difícil que se consuma una lata en un restaurante, donde se privilegian las botellas y el bag in box para las copas de vino, el envase de aluminio viene bien para aquellos hogares donde la persona vive sola y no vea conveniente abrir una botella para tomar sólo una copa.
Villanueva afirmó que “la dosificación es importante” y observó que esto se da también en el bag in box, que las familias pueden utilizar para tomar una o dos copas y el vino se mantiene durante días en buen estado. “Cuando ves el crecimiento, los vinos dulces con un poco de gasificación están funcionando bien”, analizó.
LA LATA Y EL VIDRIO
Durante los últimos meses, y con más fuerza en las últimas semanas, la escasez de botellas de vidrio ha sido un dolor de cabeza constante para el sector vitivinícola. Ante ese panorama, que no está pronto a resolverse, cabe preguntarse si la lata podría ser una opción alternativa.
Desde el sector afirman que todas las variedades de envase son bienvenidas, pero sería difícil que la lata pueda remplazar a la botella. Más allá de las posibilidades de producción, vinculadas a las fábricas y la disponibilidad de aluminio, la lata y la botella apuntan a situaciones de consumo, volumen y vinos distintos.
Para Villanueva, la lata y la botella son envases que complementan y amplían el margen de venta, pero manejan volúmenes dispares. Además, mientras en la botella se suelen priorizar vinos tintos o blancos secos, en la lata se priorizan vinos más livianos y dulces. “La gente consume cosas distintas de forma diferente”, resumió el gerente de UVA, aunque sin descartar cambios en el consumo.
El punto de vista de Vicchi es que la lata en este panorama tiene una oportunidad frente a la falta de vidrio, en especial por el segmento de espumantes: “Como hay riesgo de que no haya fraccionamiento, por el faltante de botellas de espumantes, las latas que tengan el producto de vino dulce gasificado, pueden ser una compensación para el consumidor que no encuentre eso en la góndola”.
FUENTE: AREADELVINO.COM