Al mes de mayo, y de acuerdo con el seguimiento de caudales que realiza Irrigación, la actual temporada ha tenido escurrimientos aún menores a los pronosticados. Se encuentran en el orden del 63% de un año medio.
De acuerdo al seguimiento de caudales, la actual temporada ha tenido escurrimientos aún menores a los pronosticados, los que se encuentran en el orden del 63% de un año medio.
Como se ve, este valor es menor que el esperado en octubre pasado y se debe fundamentalmente a que en la alta montaña, las temperaturas fueron menores a las normales.
Se presentan a continuación los hidrogramas (gráfico de la variación de los caudales en función del tiempo) de los principales ríos de la provincia, junto a la situación general de la cuenca.
Río Mendoza
El comportamiento de los escurrimientos del río Mendoza ha sido totalmente atípico en este verano, teniendo su valor máximo en diciembre en vez de enero. Posteriormente, los caudales han tenido valores muy ajustados a los pronosticados (marzo y abril). La diferencia acumulada entre lo pronosticado y lo realmente escurrido, para este río es del orden del 10%.
En la figura anterior se ve la evolución de la reserva en el Dique Potrerillos, para los últimos 11 años. Se puede apreciar que, para la fecha indicada (19 de mayo), el embalse se encuentra en los valores mínimos de esta década. Esto se debe a los menores caudales que se han producido y a los usos que se han realizado durante la actual temporada.
Río Tunuyán
Para este río son válidos todos los comentarios realizados sobre los escurrimientos del río Mendoza, ya que la cercanía de las cuencas ha provocado similares condiciones de temperatura de alta montaña. La diferencia entre los caudales pronosticados y los escurridos a la fecha es de 8%.
La variación de la reserva de El Carrizal muestra que la situación actual es más desfavorable que la del 2020. Cabe aclarar, que el aporte que hacen los arroyos del Valle de Uco al río, hacen que la situación para iniciar la temporada de riego que viene sea cercana a la normal.
Río Diamante
Los caudales del río Diamante han sido, en esta temporada, los más bajos en relación a su valor normal (57%) aunque la diferencia respecto de los pronosticados es sólo del 7%, por lo que su comportamiento general está dentro de lo esperado.
Si se consideran las reservas acumuladas de los embalses de Agua del Toro y Los Reyunos, la figura anterior muestra que, en los últimos 5 años se ha utilizado más agua de la disponible en cada temporada, lo que implicaba tener cada vez menos reservas disponibles. Este año, las reservas están al mismo nivel que el año pasado que a pesar de ser muy bajo, no se espera tener problemas en la próxima temporada ya que el volumen embalsado es grande respecto de las demandas a satisfacer.
Río Atuel
Este río es el único en el que los derrames reales han sido superiores a los pronosticados, debido a que los meses de primavera fueron abundantes, aunque el acumulado sigue estando por debajo del histórico (70%).
Las reservas de los embalses de la cuenca (Nihuil y Valle Grande) había llegado a valores mínimos históricos en las temporadas anteriores, situación que se ha revertido en la actual, gracias a mayores caudales y a un uso muy ajustado a las necesidades de los usuarios, los que participaron activamente en la planificación general.
Situación provincial
Si se tienen en cuenta los 5 ríos más grandes de la provincia (Mendoza, Tunuyán, Diamante, Atuel y Grande) en la temporada 2019/2020 la disponibilidad hídrica total fue del orden de 3.450 hm³, siendo los valores medios históricos de aproximadamente 7.730 hm³. Esto equivale a que la oferta de la temporada pasada fue del 45% de un año medio.
Si se compara este valor, con el 63% que se tiene hasta ahora en la actual temporada, es evidente que nos encontramos en una mejor situación que la anterior, aunque lejos de llegar a una situación normal.
En el siguiente gráfico se pueden observar las disponibilidades hídricas de las última 3 décadas. La década de los 90 presentó caudales menores a los históricos; la del 2000 fue, en general normal o superior a lo normal, para volver a tener una década (2010) menor a la media, es más, la sequía más baja de los registros históricos.
Esta temporada se ha visto beneficiada por lluvias que se han producido en todas las cuencas provinciales.
En Mendoza, como se sabe, las tormentas convectivas de verano tienen características de ser muy intensas (mucha cantidad de lluvia en poco tiempo), localizadas en el espacio (ocupan superficies chicas) respecto del desarrollo que pueden tener en altura (en algunos casos sobrepasan los 10 km de altura) y con generadoras de precipitaciones de granizo frecuentemente.
Recolectar el agua de estas precipitaciones implica generar un sistema de colectores muy extensos, además de los reservorios necesarios para guardar el agua hasta que sea necesario utilizarla, en algunos casos, varios días. O sea que se debe construir una infraestructura de recolección, totalmente antieconómica para los beneficios que puede generar.
Es por esto que el DGI, desde hace varios años, ha puesto en práctica un sistema que aprovecha estas lluvias, especialmente en las zonas agrícolas donde en necesario regar. La idea es que no es necesario regar en las zonas donde ha caído la suficiente lluvia como para cubrir las necesidades de los cultivos de ese lugar, por lo tanto, no se distribuyan dotaciones de riego en esos sectores y el agua se almacena en los embalses, para ser usada en otro momento que haga falta.
Esta forma es la mejor manera de utilizar al agua de lluvia en la agricultura, no regar donde llovió y guardar el agua en los reservorios.
Esto ha logrado que se tengan mejores reservas en los embalses, que las esperadas inicialmente, y ha permitido flexibilizar las entregas a las distintas zonas de riego, respecto del Plan de Erogaciones inicialmente confeccionado.
Las reservas útiles (volúmenes de reservas que realmente pueden ser utilizadas) en los embalses de la provincia se muestran en el siguiente gráfico.