El informe publicado recientemente por la Organización de la Viña y el Vino desnudó la cruda realidad que vive la vitivinicultura mundial: excedentes vínicos por caída del consumo aún con las peores cosechas en Europa, Sudamérica, África y Oceanía. En Argentina, la situación siempre es más complicada para los viñateros.
Analizar el volumen de la producción mundial de vino requiere de diversos factores como las condiciones climáticas y ambientales de la cosecha en cada temporada y el nivel de industrialización de cada país productor -entre otras-. Sin embargo, otro punto que no debe desatenderse es ni más ni menos que la demanda.
La demanda, que es igual al consumo de vino en el mundo, experimenta una lenta y prolongada caída con el correr de los años, en un proceso relacionado a diversos factores culturales, económicos y hasta algunos propios de la modalidad de consumo de este producto.
Según los últimos datos de la Organización de la Viña y el Vino (OIV), el organismo que nuclea a la industria de manera global, este nivel de consumo también sufrió una merma durante el 2023.
El estudio, que fue dado a conocer por el presidente de la entidad, John Barker, informó que en 2023 se consumió un 2,6% menos que en el año 2022. El total es de unos 221 millones de hectolitros.
El dato desalentador es que representa la cifra más baja registrada desde 1996. Compatible con otro dato duro que reflejó el mismo informe, relacionado a la producción de vino que cayó en un 10% el pasado año y se convirtió en el volumen más bajo desde 1961.
La situación, como dijimos, es multicausal. Una tensión global inflacionaria generó un incremento en el precio de los vinos y por ende en el costo de producción, además de la pérdida del poder adquisitivo, que terminó desalentando el consumo. Sumado a la tendencia creciente hacia la premiumización (se consume menos y de más calidad).
El año de mayor consumo mundial fue el 2007, cuando se consumieron 250 millones de hectolitros, por lo que el año pasado la brecha se amplió a 30. Sin embargo, desde ese año hasta el momento la caída no fue constante sino que hubo altibajos.
Según determinó el informe, el 68% del consumo mundial se concentra en solo una decena de países, mientras que la mitad (51%) solo se consume en los cinco grandes mercados mundiales como son Estados Unidos, Francia, Italia, Alemania y Reino Unido. En cada uno de ellos bajó -aunque ligeramente- el consumo. El promedio es de 2 o 3% en 2023.
En China, otro mercado importante, se registraron importantes descensos tanto en la producción de vino como en su consumo (25% de caída) en parte explicado por la situación económica que afronta el país en recuperación tras el estricto aislamiento que implicó la pandemia de COVID.
Considerando la caída de la producción de vino (oferta) y la también caída del consumo (demanda), la OIV estima que habrá en esta temporada un excedente de unos 16,1 millones de hectolitros, aunque el vino puede ser utilizado en otras industrias como los vinagres o destilados.