Por tercer año consecutivo, la Asociación de Viticultura Regenerativa ha celebrado el Simposio de Viticultura Regenerativa con el objetivo de difundir este nuevo paradigma agrícola destinado a restaurar la salud de los suelos de los viñedos para hacerlos más resilientes frente a la amenaza climática.
Entender y conocer estos suelos y la vida que albergan es clave en la viticultura regenerativa, y este ha sido el foco de esta edición. Ocho expertos nacionales e internacionales, como los microbiólogos Elaine Ingham y Claude y Lydia Bourguignon, han explicado en qué consiste y cómo funciona la vida microbiana del suelo y por qué su restauración y posterior cuidado no solo ayuda a los viñedos a adaptarse al contexto climático, sino que contribuye a minimizar los efectos del calentamiento global.
Unas 300 personas han seguido en directo el simposio presencialmente y en streaming, este 16 de mayo, en el Castell de Falset, en la capital del Priorat. Con el título ‘La microbiología de los suelos: clave para una viticultura resiliente’ y moderado por la periodista Ruth Troyano, el acto se ha iniciado con las reflexiones de Miguel Torres Maczassek, presidente de la Asociación de Viticultura Regenerativa y director general de Familia Torres, quien ha destacado “la enorme dimensión humana que tiene este tipo de viticultura ya que las grandes transformaciones no están solo en los suelos, están en las propias personas”. Miguel Torres ha señalado la importancia de “observar y entender cada viñedo y llevar un rumbo claro para crear ecosistemas que imiten la naturaleza”.
Entender la red trófica del suelo
La ponencia inaugural ha sido a cargo de Elaine Ingham, microbióloga estadounidense, fundadora de Soil Food Web School. Considerada una de las biólogas de suelos más importante del mundo con 40 años de experiencia, Ingham ha explicado que, a pesar de la incomprensión científica inicial, finalmente impuso sus tesis de que “desde la biología se restaura la vida de los suelos”. Ingham ha definido las dinámicas creadas en la red alimentaria del suelo y las diferencias entre tierra fértil y tierra estéril. Según la experta, “hay que maximizar el número de organismos para que haya un ciclo de nutrientes y la planta reactive su inmunidad contra enfermedades y plagas”. “Con un 3% de materia orgánica la biología ya se sostiene por si sola y puede propagarse; solo hay que cuidar de esos organismos que hacen todo el trabajo del suelo”. Por eso, recuerda, “arar la tierra es matar microorganismos beneficiosos”.
El papel de la biología en la adaptación de los vinos al calentamiento global ha sido abordado por Lydia y Claude Bourguignon, microbiólogos de suelos y fundadores del laboratorio de análisis mircobiológicos de suelos (LAMS). Ambos fueron de los primeros científicos en advertir de la degradación de los suelos. La fragilidad del suelo proviene de aspectos biológicos, químicos y físicos (fertilizantes, irrigación, polución, fauna, erosión, agua no drenada). La biodiversidad microbiana permite restaurar un suelo destruido. “La calidad del vino empieza en un suelo fértil”, han afirmado. Según ellos, “para restaurar un suelo destruido hay tres vías: aportar carbono a la capa superior del suelo, cubierta, compost, poda de ramas; utilizar plantas con raíces profundas para restaurar la estructura del suelo y luchar contra los nematodos; y reactivar los hongos y la fauna, que son los grandes agentes de la fertilidad del suelo”.
Jeff Lowenfels, autor del galardonado ‘Teaming with microbes: the organic guide to the soil food web’, entre muchos otros libros sobre jardinería y botánica, ha explicado que las plantas, gracias a la fotosíntesis, producen exudados, sustancias alimenticias que atraen a bacterias y hongos a la rizosfera, y que son devorados por depredadores (nematodos y protozoos) cuyos restos son nutrientes para la propia planta, o la protegen. Además, hay hongos microcírricos que intercambian alimento con las raíces de la planta. “Se trata de una red trófica del suelo que hay que dejar actuar y por tanto no hay que utilizar fertilizantes químicos”, afirma el experto. “No perturbar el suelo ni su red trófica y trabajar en equipo con los microbios” ha sido uno de los consejos Lowenfels, quien ha concluido con una gran obviedad: “Nadie fertiliza los bosques, crecen en naturaleza”.
Por su parte, Rosa Vercher, experta en ecología de plagas y control biológico y referente en la investigación para la gestión sostenible de las plagas, ha afirmado que “la sanidad vegetal comienza en el suelo” que proporciona la biota para controlar las plagas y que da una nutrición a las plantas que las hace más resistentes. Hay parasitoides que necesitan los hidratos de carbono de las plagas, también depredadores más veloces y grandes que sus víctimas, y la diversidad vegetal (cubiertas vegetales, bandas florales, setos) proporciona mucho alimento, refugio y atractivo a estos enemigos naturales de las plagas, que se ciernen contra un monocultivo como la viña. Por eso, ha defendido “la diversidad vegetal”.
Para Nicole Masters, agroecóloga, directora de Integrity Soils y formadora en agricultura regenerativa, la viticultura regenerativa “es una forma de ser, no una práctica”. Ha explicado cómo aprendió a regenerar el ecosistema a través de experiencia con distintos tipos de plantas. Con las viñas, advirtió que su estrés iba ligado a una mejor calidad y se planteó cómo hacerlo igual, pero sin causar estrés, hasta que pensó en crear en la viña un ecosistema y monitorizar la salud de las viñas con indicadores y medidores (por ejemplo, pH de la savia). Pudo observar que una buena microbiología mejoraba el sabor de los frutos. Los consejos de maestros a los viticultores que emprenden este camino son “viajar, informarse, visitar a quienes ya estén trabajando con este modelo para ver cómo lo hace, y empezar a aplicarlo poco a poco observar los beneficios”.
Jordi Puig, doctor en Ciencias Ambientales especialidad Cambio climático y Cambio Global Ambiental, ha estudiado cómo afecta la subida de las temperaturas y la falta de agua en los viñedos, lo que ha llevado a elaborar un atlas climático con dos escenarios 1971-2000 y 2000-2050. Para Puig, “la viticultura regenerativa es una importante alternativa: cubiertas vegetales, mínimo laboreo, agroforestería (ayuda a retener nutrientes y bajar temperatura de suelos, condiciones de vida y de humedad), pasto intercalado y aplicación de materia orgánica y micronutrientes”.
La última ponencia ha ido a cargo de Francesc Font, vicepresidente de la Asociación de Viticultura Regenerativa y cofundador de Agroassessor, quien ha presentado la certificación internacional Viticulture Regenerative Alliance (RVA), impulsada por la asociación en colaboración con Ecocert y la Viticulture Regenerative Foundation y que entra en vigor esta próxima vendimia. La Asociación de Viticultura Regenerativa nació como un lugar de encuentro para compartir experiencias y conocimientos con el objetivo de impulsar un cambio de paradigma en la gestión de los viñedos. La certificación quiere reconocer los esfuerzos de aquellos viticultores y bodegueros que han emprendido este camino para garantizar el futuro de la viticultura.
FUENTE: SEVI.NET