En la siguiente nota, se expone el potencial que tiene nuestro país no solo en cuanto a la producción de vino, sino también en cuanto al desarrollo de conocimiento e investigación científica aplicada a la industria vitivinícola. La investigadora del Conicet, Carina González, participó de un estudio, en el que se demuestra cómo adaptar las vides, para que se vuelvan más resistentes al cambio climático. Sin dudas es un orgullo nacional este tipo de avances y descubrimientos. En la siguiente nota del diario lanacion.com.ar se exponen los detalles de este descubrimiento recientemente publicado en una de las revistas científicas más importantes y prestigiosas de Estados Unidos.
La vitivinicultura argentina no solo tiene un lugar de importancia a nivel global por la calidad de sus vinos. También lo alcanza por el conocimiento tecnológico de quienes trabajan en ella.
Así como el país tiene al Malbec como la variedad insignia de sus vinos en el exterior, la ciencia alrededor de este ícono de la vitivinicultura se esta ganando un reconocimiento. Claro, no es con medallas como tradicionalmente se hace con los vinos sino con publicaciones.
El propósito de la investigación no es casual: quienes advierten sobre la irrupción del cambio climático explican que uno de sus efectos de esta modificación planetaria es el aumento de las temperaturas promedio. Para los cultivos esto significa adaptarse a condiciones de estrés.
Con esa meta, un equipo de científicos de diversas instituciones científicas y la red de ensayos de Bodegas Trapiche está investigando desde hace siete años sobre efecto en la calidad de las uvas malbec con el sistema de alambre alto único conocido como Single High Wire.
La investigación se centra en las variedades destinadas a los vinos varietales del año que son los de mayor producción y consumo.
“Frente al calentamiento global se pueden incorporar más hectáreas de producción con este sistema”, dice Belmonte.
La investigadora Carina González, del Conicet, explica que el sistema de canopia libre tiene ciertos beneficios sobre el sistema de espaldero, conocido como vertical shut positioning (VSP). “Las principales ventajas son que es un sistema altamente mecanizable, ya que se desarrolla sobre 1,60 o 1,80 metros del nivel del suelo y permite sostener los cordones de los brotes que crecen libremente , como si fueran pequeños árboles. Y estos brotes, a su vez, tienen los racimos”.
Estos sistemas de canopia libre, añade, “tienen la particularidad que se usan en variedades que tienen una buena producción y una gran expresión vegetativa, hay mucho follaje. Se están utilizando mucho en zonas cálidas”.
El estudio está hecho en una zona cálida de Mendoza (5, según el índice de Winkler, utilizado para definir las regiones vitícolas). “Es muy eficiente en la fotosíntesis que pueden realizar porque los brotes crecen más libremente que en un VSP, en el que los brotes están todos comprimidos en un rectángulo”, explica la investigadora.
“Hicimos distintos manejos de canopia, modificándole la altura y de riqueza de poda, la cantidad de yemas que dejábamos del invierno. Y estudiamos los perfiles fenólicos y aromáticos de los vinos producidos en estos sistemas de conducción. Vimos que cuando variamos las intensidades de los manejos de canopia, que modificaron la relación hojas-fruto, que es un balance entre las fuentes que serían las hojas, que sintetizan los carbohidratos que después van a la fruta, aun en una zona cálida como Maipú variaron los perfiles fenólicos y aromáticos. Eso, en una zona cálida, nos permite obtener vinos con distintos estilos. Así obtuvimos distinta calidad de riqueza aromática y distinto color”, explica la investigadora.
El equipo de investigación que realizó el trabajo está integrado, además de Belmonte y González, por Gastón Ahumada Anibal Catania y Martin Fanzone.
Según un informe de la compañía, este tipo de sistemas forma parte de una tendencia creciente de adaptación de la vitivinicultura a los desafíos del cambio climático.
Esto último ya lo tuvieron que atravesar en esta campaña debido a que tuvieron heladas tempranas en el este de Mendoza, explica Belmonte. “Fue un año levemente más fresco que los anteriores, no obstante se espera una buena producción de las variedades Malbec y Cabernet Sauvignon”, añade el especialista.