El cepaje antaño olvidado en nuestro país actualmente es protagonista en muchas de las mejores cartas de vinos y renace con fuerza en todo el Nuevo Mundo vitivinícola.
En los últimos años, entre los nombres de cepas francesas que abundan en las cartas de vinos más prestigiosas del país –Malbec, Cabernet Sauvignon, Pinot Noir y Chardonnay, por solo mencionar algunas- empezó a asomar una variedad en apariencia mucho menos pretenciosa: la Criolla Chica o Criolla, a secas.
Conocida originalmente como Listán Prieto, la Criolla Chica es una cepa histórica que hermana a los distintos países productores del continente americano: es la mismísima Uva País de Chile, la Negra Mollar del Perú y la Mission californiana.
El origen de esta variedad se sitúa en el archipiélago de Canarias, y fue una de las primeras uvas en llegar a estas latitudes a comienzos del siglo XVI. Con el correr del tiempo, en Argentina comenzaron a aparecer entrecruzamientos y mutaciones genéticas que derivaron en variedades nuevas.
Así surgieron las uvas reconocidas como Criolla, que llevan este nombre porque se generaron en nuestro país de forma natural, entre ellas las Moscatel -a excepción del Moscatel de Alejandría, que también llegó en 1.500- y la más reconocida Torrontés Riojano.
Por lo tanto, la Criolla es la adaptación local y autóctona de estas primeras variedades que desembarcaron en el territorio nacional. Y como en muchos otros lugares, en la Argentina estuvo desde siempre relacionada al vino de mesa; simplemente no existían vinos de calidad elaborados a partir de este varietal.
En este contexto, hubo un proyecto que rompió el maleficio para esta variedad: Cara Sur, a cargo de los agrónomos Francisco “Pancho” Bugallo y Sebastián Zuccardi, el primer proyecto del país dedicado a la elaboración de criollas de calidad a partir de viñas centenarias recuperadas en Barreal, Valle de Calingasta, San Juan.
Con el correr del tiempo, otros profesionales comenzaron a vinificar sus Criollas de forma cada vez más fina, llevando adelante un crecimiento cualitativo apoyado en 2 claves: rendimientos más bajos y un especial foco en el viñedo.
¿Cuál es la clave detrás de su éxito? La Criolla tiene todo lo que es tendencia en los vinos actuales a nivel internacional, es una especie de Pinot Noir americana. A excepción del aroma muy marcado a frutos rojos que caracteriza al Pinot, ambas son bastante parecidas: son de color claro, tienen cuerpo liviano, son fluidas y bien vinificadas tienen muy buena tensión y textura.
Además, son sumamente versátiles: van bien como aperitivo o combinando un amplio abanico de comidas.
FUENTE: RADIO3CADENAPATAGONIA.COM.AR