Las trabas para importar y el contexto económico complejo complican a la industria del vino. Aseguran que no pueden stockearse de insumos claves para arrancar la próxima cosecha.
El negocio del vino es uno de los más afectados por las trabas a las importaciones. Muchos de los insumos básicos que se utilizan se traen del exterior. La Cámara de Proveedores de la Industria Vitivinícola (Caprivi) advierte que, hoy, las bodegas no se pueden stockear de insumos para la próxima cosecha, por las complicaciones en los pagos y en las autorizaciones de las SIRA. Y alerta que el sector está al borde de un parate.
El reclamo ya fue llevado al Gobierno. «El presidente de Coviar, Mario Gómez, se reunió con el ministro de Economía, Sergio Massa, y se hizo un pedido claro por este tema», cuenta Ropero.
En la Argentina no se produce corcho. Portugal y España son los principales fabricantes del mundo. En la Argentina, el 60 por ciento de los tapones que se utilizan se importan. De ese total, el 90 por ciento del mercado se abastece de estos dos países.
La situación de los corchos es grave porque es un insumo que se trae 100 por ciento del exterior. Es difícil trabajar con previsibilidad en este escenario», se lamenta, Alberto Arizu, CEO de la bodega Luigi Bosca.
Si bien en el país no existe el clásico corcho de corteza de alcornoque, en la Argentina, Vinventions, la segunda productora mundial de tapones sintéticos en el mundo, tiene su propia planta en San Juan desde 2013. La empresa belga-estadounidense produce 200 millones de corchos sintéticos por año.
«Los corchos sintéticos son más económicos, pero no se pueden utilizar para todos los vinos. Por ejemplo, en el caso de las categorías de guardado, se utiliza el clásico de alcornoque que se tiene que importar», dice José Zuccardi, dueño de la bodega Zuccardi y expresidente de la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar) . «Para nosotros, se trata de un insumo esencial y los faltantes son una realidad», concluye.
De cara a 2024
Las elecciones presidenciales son un factor fundamental a la hora de diagramar el próximo año. Si bien la industria del vino se maneja a largo plazo, los resultados del balotaje de noviembre serán clave.
«Creemos que 2024 será un año muy duro y dependerá del éxito que tenga el nuevo gobierno en la aplicación de un plan de estabilización que permita estabilizar las variables macroeconómicas», explica Bernardo Jarabroviski, CFO de Bodega Colomé
Para Arizu, es muy difícil pensar en el próximo año porque hay variables que dependerán de las condiciones climáticas. Pero fue positivo de cara a los cambios que se vienen: «Se están planteando cambios muy buenos, discusiones que no se estaban entablando. Se están discutiendo cambios esenciales para que la Argentina funcione. Un razonamiento normal. Hay que hacer reformas estructurales», dice.
Por su parte, desde Bodega Gamboa son optimistas. «La cosecha 2024 será más importante que la 2023 -en volumen y en calidad- no solo por las desavenencias de la anterior cosecha sino porque nuestros viñedos ya tienen casi 15 años. El año que viene estarán habilitados nuevos espacios para las experiencias enoturísticas y creemos que la nueva bodega estará terminada», sostiene Eduardo Tuite, dueño de la bodega que tiene una fuerte apuesta en el turismo.
Gamboa es una bodega relativamente nueva en Campana, provincia de Buenos Aires. «Seguimos creciendo en materia de turismo porque sabemos aprovechar que estamos en la provincia más poblada del país y donde el turismo de cercanía es una industria fuerte y año a año no para de crecer», remarca.
Un cambio de gobierno despierta entusiasmo en el sector. Hoy la industria apunta a reglas más claras y una economía estable. «Tenemos una macro destruida, necesitamos previsibilidad, una mirada a largo plazo. En este negocio sin estos factores es imposible proyectar. Plantas una vid y recién podes ver el vino en cinco años. No podemos seguir bajo una conducción que te cambia las reglas de juego permanentemente», resalta Arizu.
Pero las condiciones climáticas serán fundamentales. «Por ahora no podemos prever con mucha precisión, nuestro stock de vinos es muy limitado y nos encontramos en una región muy joven en donde no existe la posibilidad de comprar uva. También estamos a la espera de cómo será esta primavera, expectantes de las heladas tardías, ellas marcaran nuestros rendimientos», remarca Daniel Manzur Ros, vitivinicultor de Bodega El Bayeh, en la provincia de Jujuy.
Por su parte, Escorihuela Gascón pone el foco en las exportaciones. «Hace varios años que se está trabajando fuerte en los principales mercados con una estrategia a largo plazo. El trabajo de venta y promoción de nuestras marcas en el mundo es una tarea que requiere muchos años de trabajo e inversiones. Nuestro sector está apostando a que en 2024 se vuelvan a estabilizar las políticas económicas», finaliza, Rodrigo Nazar, el director de la bodega Escorihuela Gascón.
FUENTE: CRONISTA.COM