La vendimia 2025 deja en claro dos cosas: que la producción ha crecido y que los desafíos estructurales de la industria vitivinícola siguen sin resolverse.
Con la cosecha prácticamente finalizada en la mayoría de las regiones productoras del país —especialmente en aquellas destinadas al mosto, como San Juan y el este de Mendoza—, los datos estadísticos difundidos recientemente por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) permiten realizar una primera lectura de la campaña.
A la semana 21 de cosecha, se han obtenido 118.117 toneladas de mostos, entre sulfitados, virgen y otros, lo que representa un incremento del 14% respecto al año anterior. Un dato positivo en términos productivos, pero que no se puede analizar sin considerar el contexto de consumo, exportación y precios.
Mendoza y San Juan: dos realidades
Mendoza volvió a consolidarse como la provincia con mejor performance. Con 14.966.839 quintales cosechados, produjo 757,6 millones de litros de vino y 67.392 toneladas de mosto, lo que equivale al 67% del total nacional. Esta participación refleja tanto su capacidad productiva como su diversificación en destino de la uva.
Por el contrario, San Juan, tradicionalmente abocada al mercado del mosto, no logró alcanzar las expectativas del INV. La provincia aportó 3.673.087 quintales de uva, que derivaron en 102,8 millones de litros de vino y 47.836 toneladas de mosto, números por debajo de sus proyecciones. En un contexto donde más del 50% de su uva se destina a la industria del jugo concentrado, estos resultados prenden señales de alerta.
Sobrestock y exportaciones en suspenso
El gran problema, sin embargo, no radica solo en lo que se ha producido, sino en lo que no se ha vendido. Al día de hoy, existen alrededor de 35.000 toneladas de mosto sin destino comercial de la temporada 2024, que se suman a las más de 118.000 toneladas ya producidas este año. Esto implica una disponibilidad total cercana a las 153.117 toneladas.
El cálculo es simple: si el mercado local consume unas 15.000 toneladas anuales, quedarían 138.000 toneladas.
El cupo con Estados Unidos: una advertencia silenciosa
Un dato alarmante que no ha recibido suficiente atención es el incumplimiento del cupo de exportación a Estados Unidos. Tras las investigaciones por prácticas de dumping, Argentina logró conservar su lugar como proveedor, aunque con una limitación: un cupo anual de 40.000 toneladas.
Sin embargo, en 2024, primer año donde se puso en práctica el acuerdo comercial por el mosto, la Argentina no alcanzó a cumplir con ese volumen asignado. De los datos oficiales, se desprende que el país dejó de colocar más de 10.000 toneladas en su principal mercado el año pasado y todo indica que este año tampoco se cumplirá. Este incumplimiento no solo representa un problema comercial, sino también una señal de debilidad ante los competidores internacionales.
El precio de la uva y un mercado trabado
La tensión entre viñateros y bodegueros volvió a evidenciarse en esta vendimia. Por un lado, los productores reclamaron por precios bajos y márgenes escasos. Por otro, las bodegas —presionadas por la caída del consumo interno y externo, y el aumento de costos— advirtieron que no podían pagar más.
Así, se repite un ciclo ya conocido: producción creciente, bajo nivel de ventas y precios deprimidos. Una combinación que afecta tanto a la rentabilidad como a la sostenibilidad de todo el sistema.
Una salida posible: vender más
Diversos actores del sector coinciden en una conclusión que no admite más postergaciones: la única forma de equilibrar el mercado es aumentar el comercio. Más ventas, especialmente al exterior, permitirían reducir los stocks, mejorar los precios y oxigenar la cadena vitivinícola.
La coyuntura presenta una doble paradoja. Por un lado, la Argentina produce un mosto de calidad, competitivo a nivel global y con tradición exportadora. Por el otro, deja pasar oportunidades concretas como la cuota estadounidense o la apertura de nuevos mercados como el brasilero cercano y gran consumidor de jugos naturales.
En un contexto internacional que busca sustitutos naturales del azúcar y demanda insumos saludables, el mosto argentino debería ser un producto estratégico, no un problema acumulado en depósitos.
La solución parece estar al alcance: hacer lo necesario para vender más y mejor es el desafío. La industria conoce de diagnósticos, con una buena política comercial activa, sostenida y coordinada entre el sector público y privado, podría reducirse el sobrestock posicionando a la Argentina nuevamente como un actor central en el ranking de países productores y exportadores, como lo fue hace algún tiempo.
Nota exclusiva para Uvas Argentinas. En caso de usar el contenido o reproducirlo no olvide citar como fuente a Uvas Argentinas – www.uvasargentinas.com.ar