El Director de Planificación Hídrica de Irrigación coordina la redacción del necesario plan impulsado en Mendoza, para determinar los ejes de acción frente a la crisis hídrica que llegó para quedarse. El estado de avance, las obras y la información sobre la cuenca Tunuyán inferior.
Prácticamente todos los sectores; gubernamental, empresarial, productivo y representantes de la sociedad civil forman parte de un amplio consenso en torno a la necesidad de que la provincia de Mendoza tenga un Plan de Manejo Hídrico.
El mismo ya se ejecuta en el marco de un acuerdo con el Consejo Federal de Inversiones y la empresa Mekorot como asistente técnico. El sector productivo lo sigue de cerca, en virtud de los diagnósticos que evidencian la disminución constante de la disponibilidad del recurso, en medio de una crisis hídrica que parece, llegó para quedarse.
El plan está en manos del Departamento de Irrigación, dependencia liderada por Sergio Marinelli, que tiene a Federico Liseno como pieza importante en el desarrollo del documento. El ingeniero civil es actualmente el director de Planificación Hídrica del organismo y cuenta con un magíster en Ingeniería de Riego, además de ejercer la docencia. En diálogo con Uvas Argentinas, dio detalles del avance del plan y sus particularidades.
¿Cuál es el estado de avance del Plan Hídrico? ¿Cuáles son sus principales desafíos?
Como es de público conocimiento, y con el objetivo de hacer frente a la crisis hídrica provocada por el cambio climático en Mendoza durante la última década, Mendoza inició en 2022 la elaboración de un Plan Maestro del Sector Hídrico, con el apoyo del CFI y la asistencia técnica de Mekorot.
Como resultado de esta primera etapa, se entregaron una serie de informes técnicos que presentan un análisis crítico de la situación hídrica, constituyendo la base del diagnóstico sobre el cual se evaluaron diversas alternativas de inversión para mitigar los déficits hídricos proyectados, en el marco de la Gestión Integrada de Recursos Hídricos.
Este extenso trabajo de análisis técnico debe ahora traducirse en la redacción del Plan Hídrico Provincial que defina la visión, la estrategia y el programa de acciones necesarios para atender las demandas de todos los usos del agua y de los diferentes sectores del territorio provincial. Para afrontar esta segunda etapa, en el marco del convenio celebrado con el CFI, se conformó un equipo de expertos locales, liderado por el Departamento General de Irrigación, el cual lleva aproximadamente un mes de trabajo.
El Plan deberá incluir acciones destinadas a fortalecer la capacidad y eficiencia del aparato institucional y regulatorio, abarcando a Irrigación, a las instituciones responsables del agua potable, del saneamiento y del control de riesgos aluvionales, así como a las organizaciones de usuarios. El objetivo es reducir los riesgos hídricos y garantizar la sostenibilidad ambiental, social, económica y financiera del sistema hídrico en su conjunto.
¿Cuáles son los plazos que se han planteado y cómo es esa sincronización con el impulso del Código de Aguas? ¿Cuándo pueden haber novedades sobre la presentación de ambos? ¿Cree que el Plan debe antecederlo?
El Plan debería ser presentado al Poder Ejecutivo durante el segundo semestre de 2025, quien evaluará su posterior envío a la Legislatura para su aprobación mediante ley. En una primera instancia, se plantea la posibilidad de una presentación conjunta del Plan y del Código de Aguas.
En lo personal, considero que el Código de Aguas debe preceder al Plan, ya que este último debe estar fundamentado en un marco legal sólido. En este sentido, el principal desafío radica en lograr la integración de los recursos hídricos, reconociendo la relación entre las aguas superficiales y subterráneas, y abordándolas como un sistema interconectado, en lugar de considerarlas elementos independientes o desconectados.
¿Cuáles son las principales urgencias en el marco de la planificación, más allá de las cuestiones a trabajar a futuro?
Sin duda, uno de los aspectos que se desprende de estos estudios es la necesidad de profundizar en las mediciones. Brindar confianza a los usuarios del sistema en relación con el agua que reciben es fundamental, tanto para la planificación productiva como para garantizar la transparencia.
Desde hace tiempo, Irrigación viene promoviendo el concepto de riego acordado, que en esencia consiste en otorgar al usuario cierto grado de participación en la administración de su propia lámina de riego. Esto permite adecuar la entrega de agua a las necesidades productivas particulares, lo que implica que no todos los usuarios deben recibir la misma cantidad en cada turno, aunque sí se equilibre al final de la temporada. Para que esto sea posible, la medición resulta indispensable. Como bien dice el dicho: “lo medible no es discutible”.
Sabemos que hay un estudio al respecto pero, ¿qué análisis hace de la disponibilidad de agua?
Si bien cada río de la provincia presenta particularidades, en términos generales se proyecta que, para el año 2050, la situación de sequía que hemos atravesado durante la última década se convierta en la nueva normalidad. Este escenario exige realizar importantes esfuerzos para mejorar la eficiencia hídrica, con el fin de, al menos, conservar la actual superficie cultivada. Estos esfuerzos deben ser tanto públicos como privados, y requieren de una coordinación efectiva entre todos los actores involucrados. De allí surge la necesidad de contar con un Plan que oriente las acciones hacia objetivos comunes.
Aumentar la disponibilidad requiere de obras hídricas y hay algunas proyectadas y en ejecución. ¿Qué análisis hace de las mismas?
Un aspecto en el que aún queda mucho por avanzar a nivel provincial es la mejora de la eficiencia de riego a nivel parcelario, ya que gran parte del aumento en la disponibilidad futura de agua depende de este factor. En este sentido, tanto las obras en ejecución como las proyectadas buscan promover dicha eficiencia, otorgando al usuario mayor control sobre la administración de su propia lámina de riego.
Esto implica la posibilidad de programar los riegos según las necesidades específicas de cada parcela, mediante proyectos presurizados colectivos conocidos como riego a demanda, o a través de iniciativas de riego acordado. Estos últimos incluyen infraestructuras flexibles de distribución, reservorios y puntos de medición, con el objetivo de dotar al sistema de canales de la capacidad para responder a las solicitudes de los usuarios. Esto se traduce en una mayor garantía de abastecimiento y una mayor diversidad productiva.
Todo este proceso debe ir acompañado por el fortalecimiento institucional de las Asociaciones e Inspecciones de Cauce.
¿Qué obras están proyectadas para la cuenca Tunuyán inferior?
En la cuenca del Tunuyán inferior, y dado que dispone de una gran parte de la red de canales revestidos, y con infraestructura de distribución flexible, se está pensando en la implementación de sistemas de riego acordados, acompañado con la impermeabilización de parte de la red terciaria.
¿Cómo es el estado de esa cuenca a nivel infraestructura y cómo analizaría la disponibilidad de agua en la misma para los próximos años?
Si bien en la cuenca del Tunuyán inferior existe un cierto déficit en infraestructura, en comparación con otras cuencas de la provincia se encuentra en mejores condiciones.
En cuanto a su condición futura, no es ajena a la generalidad provincial expuesta, y si bien está expuesta a una reducción de la oferta, también hay muchos aspectos que pueden ser mejorados, como la gestión de la distribución, lo cual involucra cambiar prácticas tradicionales, y es ahí donde radica gran parte de los desafíos futuros, tanto de en los operadores como de los usuarios.