En la industria del vino, coexisten dos disciplinas interrelacionadas pero distintas.
Una, se dedica a la ciencia y arte del cultivo de la vid. La otra, se ocupa del proceso de crear el vino a partir de las uvas. Estos dos métodos imprescindibles son la viticultura y la vinicultura.
Viticultura:
Esto no es más que el estudio y la práctica del cultivo de la vid para la producción de vino. Se presta especial atención a la plantación y conservación del viñedo, junto con la elección de las variedades de uva más adecuadas. Además, también incluye la vigilancia de los factores que pueden afectar la calidad de la uva, como por ejemplo, las condiciones del suelo, el clima y el riego.
Las intervenciones propias de la viticultura también incluyen la poda, emparrado, la lucha contra plagas y enfermedades, así como la recolección en el momento óptimo de maduración. El propósito no es otro que optimizar la producción y obtener uvas de la mejor calidad posible.
Vinicultura: del racimo a la botella
Vinicultura, en cambio, consiste en transformar las uvas en vino. Este proceso integra la añadida de levaduras al mosto de la uva para fomentar la fermentación, el almacenamiento y envejecimiento del vino, y la mezcla de las distintas variedades de uva para obtener un vino con el perfil organoléptico deseado. Adicionalmente, la vinicultura también implica el embotellado y etiquetado del vino.
Ambas prácticas, aunque diferentes, son vitales para la producción de vinos de alta calidad y atractivos al paladar del consumidor. En última instancia, la viticultura nutre a la vinicultura, porque un buen vino siempre surge de una buena uva.
FUENTE: NOTICIAS DEL VINO