Es un clásico en la previa de la Vendimia que este año se agrava por la escasez en danza.
Sin números generales o concretos, se esperan aumentos mayores al 100% para acompañar la inflación más allá de las leyes de la oferta y la demanda o de las distorsiones en la cotización del dólar.
Con diversos tonos, ya ha comenzado la tradicional puja para fijar el precio de la uva para la cosecha 2023, que comienza a mediados de febrero. Ante la diversidad por la calidad y zona se suma la diferencia que implica vender o comprar por mayor o menor cantidad; hay coincidencia en que el precio este año debería estar por encima del 100 % de lo pagado en 2022 debido a la variable básica de la inflación acumulada.
Se trata de un ajuste que no siempre se reconocía, pero que sí estuvo en la cuenta del año pasado y se estima que estará en la actual en un contexto de inflación anual de 95%. A esto se suma el encarecimiento que ya tuvo el vino a partir de noviembre y diciembre, debido a la previsión de escasez por las heladas masivas de fin de año.
De hecho, las negociaciones que ya comenzaron entre las partes anticipan valores superiores al 100% en relación a lo pagado el año pasado. Por ejemplo, en líneas generales, mientras en 2022 se pagó $7000 el quintal (100 kilos) de malbec, hoy ya hay bodegas que ofrecen un valor aproximado de $15.000 de contado y de unos $18.000 si el pago es financiado; unos $150 el kilo.
Otros precios que hoy circulan están en torno, por caso, a los $14.000 el quintal de la uva blanca Pedro Giménez y de $22.000 el quintal de Sauvignon Blanc ($220 el kilo).
Antecedentes
Los precios mencionados son algunos de los que hoy se piden en los primeros aprontes de las negociaciones entre privados, pero todo puede cambiar. Es que los productores anticipan aumentos que pueden alcanzar el 200% en relación al año anterior y algunas variedades pueden llegar a precios récord en relación a lo sucedido el año pasado.
Las negociaciones no serán fáciles, por el impacto que el precio del vino tiene en las ventas, tanto internas como externas. El sector registró bajas en las exportaciones y números flojos en el mercado interno. En un contexto de escasez de uva, no obstante, el INV recordó que hay stock vínico, por lo que no haría falta importar como se dejó trascender en algún momento.
Desde el sector productivo, Mauro Sosa, representante de viñateros de la zona Este, está en contra de anticipar valores, ya que la especulación puede jugar en contra del sector primario. No obstante, explicó que los actuales son valores que se manejan hoy en el mercado. Desde su punto de vista, es difícil hacer previsiones ya que lo que hoy ofrecen las bodegas, mañana puede cambiar por distintos motivos.
A partir de diversas reuniones de productores (una en el INTA y otra en San Juan), por estos días se dejó trascender que se pedirán unos $115 para el kilo de uvas criollas, que son las más económicas, a razón de $11.500 el quintal. Para las tintas, se estima que estarán por encima de los $240 el kilo. Claro que las de mayor calidad es probable que se paguen más caras con precios que se estiman superiores a $300 por kilo.
La inflación y los desajustes
“El año pasado casi se llegó al tope de precio histórico de lo que se pagó a un productor”, expresó Diego Stortini, referente vitivinícola de la Cámara de Comercio, Industria, Agricultura y Turismo de Tunuyán. Esto es debido a que se reconoció el peso de la inflación y a que, más allá de las condiciones específicas de este año, hace tiempo que no hay buenas cosechas vitivinícolas por diversos motivos.
El dirigente empresarial explicó que este año está claramente marcada la biblioteca o los argumentos de las dos partes en pugna, que todos los años compulsan por los precios. “Los productores ponen sobre la mesa el costo de producción en donde tiene clara incidencia la inflación”, comentó Stortini. Esto, por no mencionar la menor cosecha que se espera.
El año pasado, el promedio de lo que se pagó por kilo de tintas malbec en el Valle de Uco fue cercano a los $100 que salía el dólar oficial. “El incremento de la materia prima está garantizado porque en 2022 ya se tomó el ajuste inflacionario y en la actualidad hoy es del doble”, continuó Stortini. En este contexto, la expectativa de los productores gira en torno a un aumento cercano al 200% con un piso de $300 para las uvas de alta calidad enológica.
Del otro lado, el sector industrial debe hacer sus cuentas, ya que exporta a un dólar oficial cercano a los $190 y una uva que paga a valor blue; sin contar con los incrementos del resto de los insumos, que en la actualidad tienen dificultades de importación y también se han encarecido por inflación.
Patricia Ortiz, de Bodegas de Argentina, explicó que como cámara no intervienen en la relación bodega/productor y que existen diversas modalidades de contratos en los que también influye la calidad. “La oferta y la demanda van a determinar los precios. No obstante, entendemos la preocupación del productor porque al igual que el elaborador sufrió un importante aumento de sus costos; lo que no siempre se puede trasladar al producto”, dijo Ortiz.
FUENTE: MDZOL.COM
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