Después de más de media docena de reuniones entre FOEVA (Federación de Obreros y Empleados Vitivinícolas de Argentina) y las cámaras empresariales, se acordó un aumento 63% final, hasta ahora el mayor ajuste acordado en el país, por segundo año consecutivo.
Fue un mes bastante intenso desde el primer encuentro el jueves 10 de febrero que arrancó con un pedido de ajuste no inferior al 60% y un bono de fin de año para un salario 2021 que asciende a $45.400 para el trabajador de viña y $48.600 para el de bodega, sin adicionales. Tras un tire y afloje y hasta amenazas de paro, con el acuerdo 2022 consumado (una vez que terminen de blanquearse las sumas pactadas) pasarán a cobrarán unos $74.000 y $80.000 respectivamente.
Todo es parte de un esquema anual cada vez muy intrincado que cruza sumas remunerativas y no remunerativas o «en negro» por tramos de 5 meses. Así, una vez homologado por el Ministerio de Trabajo los trabajadores de viñas y de bodegas terminarán de cobrar a febrero del 2023 un salario actualizado en línea con lo pretendido inicialmente, cuando la premisa era «empatarle o ganarle» a una inflación que acumula 53,5% en un año y se proyecta por encima del 50% para diciembre.
«Con la escala completa llegamos a un 57% de ajuste interanual del básico y sumando adicionales como el refrigerio, que representa alrededor de 8 puntos, alcanzamos un 63%. Hasta acá, el mejor acuerdo del país«, reconoce Luis Pedernera, secretario gremial de FOEVA, respecto a lo pactado, que incluso supera al de la última temporada, cuando se firmó un 62,21% retroactivo a marzo.
La escala del 2022 y un convenio a revisar
A fines de febrero todo indicaba que patronal y sindicato podrían estrecharse las manos para la Fiesta de la Vendimia, pero la discusión se prolongó a raíz de algunas cuestiones puntuales. Como nunca antes, hubo cierta coincidencia en la necesidad y magnitud de la recomposición salarial, pero la metodología (más sumas en negro y menos al básico) pasó a ser la piedra de la discordia
Ahora el convenio, que las cámaras, con Bodegas de Argentina y la Unión Vitivinícola a la cabeza, y Foeva se comprometieron a revisar más adelante, prevé que el primer semestre será clave. Es que de marzo a julio los básicos incorporarán un 12% y otro 13% no remunerativo (alrededor de $5.500), además de $8.502,08 al ítem «Refrigerio«, una habitual variable de negociación. A esto se agrega un primer pago extraordinario de $6.500 en julio para «acompañar» al aguinaldo.
Para entonces, el salario inicial habrá superado los $47.500.¿Qué pasará en la segunda mitad del año? Entre agosto y diciembre se desplegará otra serie de tramos en condiciones similares: un 45% pasa a ser remunerativo, sumado a otro 25% «por afuera» (unos $10.600), aunque el refrigerio promete trepar a $9.261,19. Antes de fin de año, los bolsillos de los trabajadores vitivinícolas incorporarán una segunda suma extraordinaria de $6500 «pre-aguinaldo».
Finalmente, en enero de 2023 terminará de impactar en los básicos de convenio un 57% y otro 12% no remunerativo, un importe de algo más de $9.300. Pero el esquema se completará en febrero, con un salario inamovible que a esa altura será de $62.388, y además sumará otro 10% «por afuera» y un adicional por refrigerio que tras los $10.248,04 en enero pasará a $15.403.
El último nudo a desatar fue un 10% extra, que finalmente se incorpora a ese adicional para evitar otro ítem. Ahora, luego de la homologación de Trabajo, las partes volverán a verse las caras para encarar otra discusión: revisar y actualizar un convenio colectivo que data de 1975.
FUENTE: SITIOANDINO.COM.AR