Un informe revela que la presión fiscal sobre el sector duplica a la de Chile y amenaza la competitividad internacional del vino argentino.
La industria vitivinícola argentina enfrenta uno de los escenarios fiscales más exigentes de toda América Latina. Según un informe de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), elaborado por los economistas Alejandro Trapé y Juan Pott Godoy para la Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR), el Estado absorbe el 62% del excedente de las ganancias generadas por fincas y bodegas. La carga impositiva, que se ha intensificado en los últimos años, amenaza la rentabilidad y la competitividad global del sector.
Las pequeñas fincas, las más perjudicadas
El estudio actualizado a 2025 detalla que las fincas de menor escala soportan la mayor presión fiscal: un 63,4% de sus ganancias son absorbidas por impuestos, mientras que en las unidades productivas más grandes la cifra alcanza el 62%. En promedio, una finca destina el 57,1% de su excedente puro al fisco, y una bodega debe tributar el 62,4%.
Esta situación deja a los productores con márgenes de rentabilidad mínimos, incluso tras haber cubierto todos los costos operativos, lo que complica la sustentabilidad de sus negocios a mediano y largo plazo.
Comparación regional: Chile tributa menos de la mitad
La situación contrasta con la de Chile, principal competidor en el mercado internacional del vino, donde las fincas tributan el 33,3% de sus excedentes y las bodegas el 42,4%. También es menor la carga en países como Brasil (40,4%), e incluso frente al promedio nacional argentino (37,7%) y el de otras actividades económicas en Mendoza (39%).
Desde 2017, la presión impositiva no deja de crecer
El informe advierte que la carga fiscal sobre la vitivinicultura no solo es elevada, sino que se ha incrementado de forma sostenida desde 2017. En ese año, las fincas tributaban el 45% y las bodegas el 58% de sus excedentes. Hoy, los porcentajes escalan al 57,1% y 62,4%, respectivamente.
El aumento afecta tanto a los productores primarios (vendedores de uva) como a las bodegas integradas que elaboran vino, lo que compromete la cadena completa del sector.
Los tributos que más pesan
Entre los impuestos que más inciden en la carga total figuran:
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Impuesto a las Ganancias: 20,8%
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Cargas laborales (aportes patronales): 17,1%
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Impuesto a los Débitos y Créditos Bancarios: 10,9%
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Ingresos Brutos (provincial): 3,4%
El informe destaca que el 90% de estos tributos tienen origen nacional, lo que limita el margen de maniobra de los gobiernos provinciales para brindar alivio fiscal al sector.
Trapé y Pott Godoy advierten que la elevada presión tributaria pone en serio riesgo la competitividad internacional de la vitivinicultura argentina, obstaculizando su capacidad de inversión, innovación y expansión comercial. Mientras otros países de la región avanzan con cargas más moderadas, el vino argentino corre el riesgo de quedar rezagado, en un momento donde la apertura de mercados y la eficiencia productiva son claves para sostener su presencia global.
Fuente: www.diariomendoza.com.ar