Los productos vitivinícolas orgánicos vienen creciendo en Argentina y el mundo debido a la demanda de los mercados europeos y estadounidenses. Los obstáculos para ser parte de la oferta.

Por Uvas Argentinas – La producción orgánica sustentable ha cobrado una gran relevancia en los últimos 20 años dentro de la industria vitivinícola, principalmente en el plano internacional. Esta tendencia que se venía dando a nivel global, hoy es una realidad que impacta a los productores locales, principalmente aquellos que quieren conquistar mercados en el exterior.

La tendencia hacia productos orgánicos y respetuosos con el medio ambiente es transversal a todas las industrias, pero no todas tienen las mismas facilidades para implementarlas.

Según el último informe del Instituto Nacional de Vitivinicultura, durante el 2021 se exportaron 11,1 millones de litros de vino orgánico, 2,4 millones de litros de mosto concentrado orgánico y 887 toneladas de pasas de uva orgánica.

Cabe destacar el aumento del 146% en las exportaciones de mosto orgánico ocurridas en el último año respecto a 2020 y se destinaron principalmente a Estados Unidos. Las exportaciones de vino orgánico aumentaron 6,4% y las de pasas un 40,8% respecto a 2020.

Todos estos datos señalan una realidad muy positiva para la industria. Sin embargo, no todos los productores tienen acceso. En primer lugar porque para iniciar un trámite de certificación de los viñedos, es necesario superar un mínimo de producción anual que evite la categorización como productor artesanal. Las micropymes podrían ver más lejano el objetivo de producir con este valor agregado.

Por otro lado, porque la certificación en sí misma es costosa, en un contexto en donde varios desfases de la macroeconomía afectan a la industria. Después, por el mismo hecho de que una certificación se logra en el largo plazo, luego de 3 años de análisis y muestreos, lo que se contrapone con las urgencias de un sector más preocupado por la escasez de insumos básicos como botellas y la falta de contenedores para la exportación.

Aún así, el desarrollo de prácticas sustentables a partir de la responsabilidad empresarial puede ser un gran primer paso. Para eso es indispensable abordar la sustentabilidad como un proceso integral que una todos los componentes, desde el manejo de suelo, el manejo del riego, el control fitosanitario del viñedo, la calidad del vino, la conservación del agroecosistema, el uso eficiente de la energía, gestión de materiales y residuos sólidos, compras con preferencia ambiental y recursos humanos.

Implementar políticas sustentables en estas ramas de la producción vitivinícola es un gran aporte a la industria y puede ser el comienzo del reconocimiento que un productor puede recibir por parte de los mercados, facilitando la certificación.

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