El cambio climático impulsa la migración de viñedos chilenos al sur, enfrentando desafíos climáticos y priorizando la sostenibilidad para asegurar el futuro de la viticultura.
El cambio climático está impactando gravemente en Chile, generando escasez de agua y aumentando las temperaturas, lo que ha obligado a numerosos productores de vino, tanto grandes como pequeños, a trasladar sus operaciones al sur en busca de condiciones más favorables para sus vides.
Este país sudamericano, que cuenta con una población de 19,5 millones de habitantes, posee una protección natural contra las plagas que afectan a los viñedos, gracias a su geografía: la cordillera de Los Andes al este, el océano Pacífico al oeste, el desierto de Atacama al norte y el territorio antártico al sur.
“Somos una isla biogeográfica. Chile está lleno de barreras naturales, por lo que no tenemos muchas plagas. No cualquier especie logra cruzar nuestras fronteras e instalarse aquí”, explica Olga Barbosa, doctora en Ecología y académica de la Universidad Austral de Valdivia.
Esta particularidad, añade Barbosa, permite desarrollar una “viticultura sostenible que apuesta más a la calidad que a la cantidad”. Desde la ciudad de Valdivia, ubicada a unos 770 kilómetros al sur de Santiago, Barbosa ha liderado numerosos proyectos orientados a la sostenibilidad en viñedos durante 15 años, como directora alterna del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB).
Chile, el cuarto exportador mundial de vino según datos de 2023, sigue concentrando sus grandes viñedos en las regiones centrales de O’Higgins y Maule. Sin embargo, el cambio climático ha provocado que los productores comiencen a desplazarse hacia el sur, principalmente a la región de BioBío, y cada vez más hacia zonas más australes como Araucanía, Los Ríos, y hasta la isla Chiloé y Coyhaique, en la región de Aysén.
Desafíos y adaptación en el sur
A pesar de que la migración de los viñedos al sur ha sido lenta, debido en parte a las diferencias climáticas y la falta de infraestructura, las cifras reflejan un interés creciente por estas zonas. En Maule, la precipitación media anual en 2023 fue de 740,6 milímetros, mientras que en Valdivia alcanzó los 1.313 milímetros.
La región de Los Ríos, a pesar de sus desafíos, como la escasez de laboratorios de análisis, ha comenzado a atraer a productores que buscan aprovechar sus condiciones únicas. Barbosa destaca que, aunque es difícil producir vino en la provincia de Valdivia, las uvas que se cultivan allí son de alta calidad, aunque su maduración difiere de la zona central.
“La mayoría de las viñas que pueden hacer vino en Valdivia lo hacen en sus bodegas bajo las mejores condiciones posibles, pero es un desafío gigantesco”, comenta.
El futuro de la viticultura en Chile
El cambio climático también está modificando el «terroir», un término francés que agrupa factores como el suelo, la topografía y el microclima, fundamentales para la calidad de las vides y los vinos. La migración de los grandes viñedos al sur se ha concentrado principalmente en las regiones de BioBío y Maule, sin llegar aún a Valdivia y el resto de Los Ríos.
En Chile, donde la tradición vitivinícola se remonta al siglo XVI, actualmente hay 120.000 hectáreas de viñedos destinados a la vinificación. No obstante, más allá de Mulchén, en BioBío, solo se cuentan con 200 hectáreas hasta la fecha.
A medida que los efectos negativos del cambio climático se intensifican, se espera que las grandes viñas, con mayor capacidad financiera, migren más al sur. Los pequeños productores, en cambio, enfrentan serias limitaciones para desplazarse debido a la falta de recursos y lazos culturales arraigados.
Chile consolidó su posición como gran productor de vino en los años 90, y en 2023 exportó 677,6 millones de litros, generando un retorno de 1.514 millones de dólares. Sus principales mercados fueron Brasil, China y Estados Unidos.
Sostenibilidad y conservación: claves para el futuro
Barbosa subraya la importancia de proteger los ecosistemas circundantes en la expansión vitivinícola hacia el sur. La experta destaca que si los productores se trasladan hacia climas más fríos, deben considerar cuidadosamente el entorno, ya que los ecosistemas no se pueden simplemente trasladar.
El Instituto de Ecología y Biodiversidad trabaja con viñateros para identificar áreas donde el clima podría ser favorable en un contexto de cambio climático. Sin embargo, Barbosa insiste en la necesidad de conservar la biodiversidad y fomentar la vegetación nativa, evitando la proliferación de especies exóticas invasoras.
“Donde tenemos buen vino es donde la naturaleza está ayudando y sosteniendo esa agricultura”, concluye Barbosa, enfatizando que las condiciones únicas del sur deben ser preservadas para asegurar un futuro sostenible para la viticultura en Chile.