El «lloro» de las vides anticipa la brotación, pero en algunas zonas se detectó este fenómeno un mes antes que el año pasado. La crisis climática y los desafíos para los agricultores.
Días atrás, los productores mendocinos detectaron «lágrimas» en las vides. Es el llamado «lloro», uno de los signos de que se acerca la brotación. Lo llamativo es que el fenómeno se está produciendo más de un mes antes de la primavera, a causa de un invierno excepcionalmente cálido que podría traer graves consecuencias.
En las noticias se destacan las olas de calor que se sintieron en el Hemisferio Norte. Sin embargo los especialistas subrayan que es mucho más atípico que en el Sur se hayan dado altísimas temperaturas en junio y julio. Cualquier caminante que salga hoy por las calles de Mendoza -donde hay entre 4 y 6 grados más que en el campo- notará que moreras y membrillares japoneses ya están renaciendo tras un breve letargo invernal.
Un ejemplar de Pinot Noir el 2 de agosto en un viñedo de Neuquén. Foto: @marceloacasazza.
Un invierno peligroso para vides y frutales
Aunque a los ojos del lego pueda resultar contraintuitivo, un invierno tan caluroso implica peligros. La planta -no sólo las vides, sino también los frutales, por ejemplo- brotan o florecen antes.
Por ende, en caso de que se produzcan heladas, el frío impacta al cultivo en un estado de alta vulnerabilidad, ya que una vez que hay hojas verdes la resistencia a las temperaturas por debajo de cero es mucho menor.
En ese sentido, que ya el 2 de agosto se halla detectado el «lloro» de las vides es una señal de alerta. Hecha la poda, la savia comienza a emanar por esas puntas, lo que marca que se incrementó la actividad interna luego del «sueño» de los meses fríos. Después vienen las yemas y los brotes.
Para el día 8 de agosto, la tendencia del «lloro» se consolidó, incluso en variedades como el Bonarda de Zona Este. Lo muestra este video que tomó el ingeniero agrónomo Marcelo Casazza:
Desde viñedos de Neuquén y San Juan llegan reportes similares. «El año pasado, vimos esto recién el 1 de septiembre. Yo noté esta aceleración primero en Neuquén, luego fui a la Zona Este de Mendoza y vi lo mismo, incluso en la variedad Bonarda, que tarda más en brotar. Todo indica que vamos a tener brotación antes. Si consideramos que en 2022 hubo heladas en octubre y noviembre, se entiende que eso puede ser un problema para la agricultura», relató Casazza en diálogo con Diario UNO.
Y si llega a llover, las yemas se ablandarán más. «Una vid dormida puede tolerar hasta -6 °C; la yema hasta -3 °C. Pero los pequeños brotes, que contienen agua, se rompen cuando esa agua se vuelve hielo, porque la congelación rompe la célula».
El año pasado fue así. Las heladas se llevaron más de 50.000 hectáreas; hubo que asistir a los productores y en algunos viñedos se cosechó hasta el 30% menos.
Un viñedo en Mendoza durante el invierno de este 2023. Foto: Marcelo Casazza.
Hay fechas que la gente de campo mira con atención: la Tormenta de Santa Rosa suele arreciar alrededor del 30 de agosto. Y la llamada Helada de Todos los Santos acaece, según la tradición, el 1 de noviembre aproximadamente. Para esa época las hojas estarán desnudas ante los rigores del clima.
Casazza avisó que en el caso de los frutales el panorama se presenta igual de complejo. Ciruelos y durazneros ya están a pleno. En ellos se da primero la floración y luego el brote; «pero yo estimo que en unos 15 días ya vamos a tener esas flores», declaró el entrevistado.
Mendoza está más caliente que otros años
Desde sus décadas de experiencia, Raúl Besa analizó con asombro lo que está ocurriendo en Mendoza. A diferencia de un observador común, él es ingeniero agrónomo especialista en agrometeorología, además de profesor de física y química y delegado en Zona Sur de la Dirección de Contingencias Climáticas.
Al percibir que venía un invierno «raro», Besa se tomó el trabajo de analizar las temperaturas medias históricas en la provincia y compararlas con las de 2023. Lo que notó es muy llamativo.
«Yo comparé las temperaturas en áreas productivas del oasis norte entre abril y julio de los últimos 30 años con las del 2023 -ilustró- y lo que hallé fue que marzo del ’23 fue frío, pero mayo, junio y julio se comportaron mucho más cálidos que el promedio«, expresó ante la consulta de UNO.
Así, Besa encontró que el mes de mayo fue 1,6 °C más alto que el promedio histórico: 12 °C (histórico) frente a 13,61 °C (media de mayo 2023). «¡Es una barbaridad!», exclamó el investigador al repasar las cifras.
En abril pasó casi lo mismo: la media histórica es de 16 °C y la de este 2023 fue de 17,3 °C. En junio, 9 °C (histórico) frente a 10,41 °C y en julio 8 °C (histórico) frente a 9,28 °C.
De todos modos, Besa advirtió que una eventual brotación temprana no significa necesariamente grandes pérdidas. «Hay que aclarar que el lloro -indicio de que se están reproduciendo las células de la raíz de la vid- depende de la temperatura del suelo, no del aire. Luego sí, el desarrollo de la yema depende de la temperatura ambiente«.
Y retomó: «Yo estimo que en la vid tendremos adelantos de entre 7 y 12 días respecto a la fecha normal. Las consecuencias serán en función del momento en que caigan las posibles heladas. Si llegan a fines de octubre o noviembre, como el año pasado, encontrarán a las plantas en su estado más sensible. Si una helada es leve -de, supongamos, un grado bajo cero- pero llega en noviembre, te destroza«.
¿Y qué puede suceder si en el futuro los inviernos cálidos se vuelven una constante? El analista plantea varios escenarios. «Si superamos el grado y medio de incremento de la temperatura global en los próximos 30 años, vamos a estar en problemas. Es posible que terminemos muy por encima de eso«, dijo.
Y amplió: «Lo importante es que los estados tengan políticas públicas sobre esto. De lo contrario, no haremos más que agravar la situación».
Besa contó que entre las opciones ante el calentamiento se está evaluando modificar las latitudes donde se cultiva. De esta forma, si las zonas tradicionalmente vitivinícolas de Mendoza se volvieran demasiado cálidas -lo cual empeoraría la calidad del vino y atraería más pestes- es verosímil que la actividad se mude a terrenos más altos o más al sur.
«Otra opción es investigar otras variedades de vid. Hay cientos o miles de variedades y algunas se adaptan bien al calor. Pero eso lo tienen que hacer organismos especializados, como estamos intentando hacer desde el Consejo Asesor del INTA«, remarcó.
Los frutos secos, otro flanco abierto
Los que se dedican a frutos secos en Mendoza también han tomado nota del «invierno hot». «Estuve esta semana en Maipú y vi que las yemas han empezado a hincharse por lo menos una semana antes«, reveló el ingeniero agrónomo Manuel Viera en medio de sus tareas como promotor de la actividad.
Viera explicó el valor que tiene el frío para las plantas. «Cuando se acumulan horas de frío, se produce un proceso hormonal que deriva en que la planta quede dispuesta a florecer o brotar cuando llega el calor. Las horas frescas estuvieron; lo que está pasando ahora es que hay temperaturas similares a septiembre, y entonces el proceso se inicia casi como fuera primavera».
«En el futuro -anticipó- habrá que seguir de cerca la evolución de las temperaturas. Todavía no es un inconveniente para nuestro sector. Pero en un par de décadas podría volverse más complicado conseguir las horas de frío que precisan especies como el nogal u otras».
FUENTE: DIARIOUNO.COM.AR