La vitivinicultura argentina enfrenta su peor crisis en 20 años, con caídas en el mercado interno y exportaciones, afectadas por la inflación y la falta de inversión.
La industria vitivinícola argentina atraviesa el peor momento de las últimas dos décadas, afectando tanto al mercado interno como a las exportaciones. Un informe del Centro de Estudios Económicos de Bodegas de Argentina revela que una combinación de factores locales e internacionales ha llevado al sector a una situación crítica.
Entre las principales causas se señalan la inflación global y la desaceleración económica, una competencia internacional feroz, la falta de inversión en el sector vitivinícola argentino y un cambio en los hábitos de consumo, especialmente entre los sectores más dinámicos de la población.
El mercado interno: estancamiento y cambios en el consumo
El informe destaca que el mercado interno del vino lleva años de estancamiento, debido a condiciones macroeconómicas adversas y, en menor medida, a un cambio en los hábitos de consumo. El aumento de la inflación ha golpeado los ingresos de los consumidores, quienes han reducido su consumo de vino y migrado hacia otras bebidas. En las categorías de precios más bajos, las ventas han caído a la mitad en comparación con dos décadas atrás.
Actualmente, la facturación total de la industria en el mercado doméstico es casi la mitad de lo que era hace diez años. Esta caída ha afectado tanto a las categorías de precios más accesibles como a las más elevadas, rompiendo con la tendencia que, hasta 2014, favorecía a los vinos premium.
El volumen de vino despachado al mercado interno alcanzó su mínimo histórico en mayo de 2024, con apenas 89 millones de cajas de 9 litros, resultado de una disminución constante a lo largo de más de dos décadas.
Además, el contexto económico ha generado una pérdida de atractivo para todas las categorías de precios en el mercado local, siendo solo exitosas aquellas bodegas que venden en segmentos premium o que han logrado economías de escala.
Exportaciones en retroceso: el impacto del tipo de cambio
El mercado de exportación, históricamente uno de los motores de la vitivinicultura argentina, también se ha visto severamente afectado. Si bien en 2021 se alcanzó un pico de facturación debido a la devaluación del peso en 2018 y a los altos precios internacionales, en 2023 y 2024 el panorama cambió drásticamente. El tipo de cambio adverso, solo parcialmente corregido en los últimos meses, ha reducido las exportaciones a su nivel más bajo en más de 20 años, con un total de 23 millones de cajas exportadas.
El informe también señala que las bodegas más pequeñas, con menos de 25 años en el mercado, dependen en gran medida de las exportaciones. Sin embargo, las condiciones actuales no han favorecido su desarrollo, forzándolas a competir en mercados internacionales altamente agresivos.
Futuro incierto y posibles soluciones
El futuro del sector vitivinícola argentino depende en gran medida de las condiciones macroeconómicas del país. Un cambio en este contexto podría abrir nuevas oportunidades de inversión y exportación, pero esto implicaría un incremento en el capital de trabajo en un escenario de escasez de crédito. Además, la falta de inversión en la producción de uvas en la última década ha creado un mercado altamente competitivo en términos de abastecimiento de materia prima, lo que añade otro desafío para las bodegas.
En resumen, la industria del vino en Argentina enfrenta una encrucijada. Si bien el mercado doméstico ofrece poco margen de crecimiento, las exportaciones podrían recuperar su dinamismo si se logra una mejora en el contexto macroeconómico, permitiendo que las bodegas capitalicen las oportunidades que puedan surgir tanto a nivel local como internacional.
FUENTE: AMBITO.COM
